El Apóstol Juan cuando llega a sus 90 años al final de su vida con un corazón tierno donde el habla de hijitos al mismo tiempo que habla con firmeza habla con dureza acerca de un grupo de creyentes de supuestos creyentes también y es Juan. A lo largo de su primera carta, que nos deja ver claramente cuáles son la evidencias claras de que un corazón, una vida ha sido transformada. Cuando una persona se dice cristiano y luego su vida no evidencia los frutos verdaderos de una conversión, él crea mucha confusión, cuando está dentro de la iglesia crea mucha división, cuando está con su familia, crea un mal testimonio, es una mal testimonio para el nombre, para la causa, para la iglesia a la que pertenece, cuando esa persona por su carisma, por sus dones, por su influencia, por su forma de hablar, sube a un lugar de preeminencia y tú pones poder el manejo de las cosas santas en manos de personas que no son, personas convertidas.
Tú ahora tienes lobos entre ovejas que pueden hacer mucho daño. Y esa es la razón por la que una y otra vez hay una preocupación continua a lo largo de Cristo hasta el final, hasta Juan, que es el último de los apóstoles que esta preguntando, poniendo a prueba nuestra fe.
Hay una cosa peor que no ser Cristiano? y es decir que soy Cristiano y creerlo y no serlo. La palabra me ha enseñado que esa es la condición más seria en la que nosotros pudiéramos estar, porque cuando yo digo que soy Cristiano y me lo creo y no lo soy, no hay nada, absolutamente nada, que yo vaya a ser diferente a lo que hasta hoy he venido haciendo, porque yo tengo la certidumbre de que yo he creído y lamentablemente eso es lo que la iglesia de Cristo de hoy en día le ha vendido sus miembros. Dios salva a los hombres por gracia y luego lo mantenemos por obras, pero al final nos vamos a las obras que pueden ser echas sin fe, para hablar de una conversión. Cuando muchas veces el resto de las señales de la que la palabra habla no están presente en nosotros.
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